tldr: Ojo en la Ciudadela es el título para un proyecto de fotografía analógica. Documenta y recopila evidencia gráfica y crítica sobre el desarrollo urbano y arquitectónico, en particular —pero no limitado— a aquellos desarrollos que integran bitcoin en cualquier componente de su propio plan ético y de alcances. Al mismo tiempo, pretende ser un proyecto que dé a conocer el propio ejercicio profesional del autor como arquitecto. El nombre está inspirado en la broma “Ojo en Springfield” del popular programa de televisión “Los Simpsons”
Fotografía Analógica; Bicicletas sin Frenos; y Dinero Duro
Una de las muchas descripciones de la fotografía está bellamente formulada por John Berger: “… la fotografía… es dibujar con luz”, en contraposición a la vaga idea de que una fotografía no es más que un registro de la realidad.
Cierto: la fotografía puede servir para el propósito de salvar la realidad, es decir, para registrar un momento que —en efecto,— sucedió en la vida real. La fotografía, sin embargo, en su forma más rudimentaria, comparte el vivir de la realidad con las formas de representación gráfica más sofisticadas de la actualidad: dichas, las que adornan el producto final con filtros, emojis y, más recientemente, con la imaginación de la inteligencia artificial.
En ese sentido, la fotografía analógica no es menos falsa que un dibujo de la realidad, realizado desde la imaginación de Chat-GPT, en el que la única diferencia con su competidor humano, reside en las capacidades técnicas de la cámara, y del camarógrafo, mientras ajusta manualmente la luz que entra en la cámara, para entonces dibujar una imagen.
Cazando realidades
Si la realidad está ahí, y sin embargo, nadie es capaz de atraparla, y afirmar que se puede sostener con las propias manos, entonces, ¿qué queda por hacer con ella?
Desde una escuela de pensamiento fenomenológico, la realidad es afín a nuestra propia mera condición de ser; es decir, nuestra propia capacidad de percibir la realidad es una característica fundamental —pero inefable— hacia lo que nos hace humanos.
Por paradójico que parezca, la imaginación está ahí para completar la realidad. El “theidos”, o el tejido, que conforma lo que percibimos, está hecho, en todo momento, y al mismo tiempo, en partes iguales de realidad e imaginación.
Lo que cambia, según la capacidad de percepción de cada uno, es la articulación de la descripción última de lo que se está percibiendo. Esto, en una escuela fenomenológica de pensamiento, podría convertirse en una definición de una apreciación por la vida de experiencia.
Por la vida sin frenos
El juego con la fotografía analógica, sea esta, la de “la vieja escuela”, por lo tanto, gira en torno a cómo se experimenta el acto de la fotografía misma.
“Todo está en el ojo-atento”, diría Henri Cartier-Bresson, sin olvidar que esta atención puede darse de infinitas maneras: ofrecer atención, es imaginar cómo hay que ofrecerla, para luego proceder a ofrecerlo, y solo para unos momentos después, reflexionar sobre lo que acaba de pasar, y lo que podría pasar de ahora en adelante.
Los fixeros, o digamos, el tipo imprudente de ciclistas urbanos que generalmente se abren camino a través del tráfico de la ciudadela, burlándose de los autos y saltándose las luces rojas, en última instancia son llamados punks irresponsables, fuera de cualquier tipo de civilitud posible. Aunque aquí me gustaría explorar otra forma de percibir este estilo de ciclismo.
Las bicicletas de piñón fijo están hechas para entornos cerrados, para competir bajo las reglas del juego. Este hecho hace obvia la necesidad de frenos: “¿Por qué demonios necesitarías frenos, si el objetivo es ir lo más rápido posible para ganar?”
En entornos urbanos, dentro del mismo sentido de la mecánica de piñón fijo, aunque con una formulación diferente de la pregunta, surgiría algo así como: “¿qué diablos puede pasar, si por cualquier razón que fuera, necesito parar y no puedo?”, en cuya resolución, se podría poner en juego más que un simple juego.
Al no disponer de frenos, el ciclista está obligado a frenar por cualquier otro medio, siendo popularmente estos, las técnicas de derrape o, frenar con sólo la fuerza de las piernas, junto con una elegante “patipulación” de la bicicleta. En efecto, la mecánica de este tipo de “frenado”, hace que el ciclista perciba no sólo la ciudad, sino a sí mismo, como distinto al resto del entorno y sus otros tipos de transeúntes. Siguiendo la misma lógica: ¿sería posible decir que, la eliminación de los frenos en los automóviles, podría hacer que los conductores de automóviles sean más responsables sobre su propio estilo de conducción?, por lo menos, tendrían que frenar por cómo solía frenar Pedro Picapiedra su coche, de vuelta cuando esa particular era imaginaria de piedras y dinosaurios.
Nada más 30 imágenes, y de esas, un puñado
Cada uno de nosotros, por lo tanto, es capaz de percibir la realidad en su propio tipo de capacidad y condición, asistido, si es posible, por algún tipo de técnica o estilo.
Las posibilidades de las cámaras modernas son principalmente aquellas de capacidad de atención, es decir, cuántas imágenes se pueden capturar en bruto en una sola pasada. Con una cámara analógica, esta condición está limitada por los cartuchos, que normalmente llevan de 20 a 30 ranuras cada uno. Como en las bicicletas sin frenos, esta condición mecánica obliga a percibir con claridad el juego de la fotografía analógica.
No son más baratos los cartuchos, ni el proceso posterior de dar paso a una fotografía hasta su impresión final. La valoración del momento preciso en que se toma una fotografía, exige un ejercicio de escrutinio, junto con lo atento que pueda mantener el ojo. Este examen, sin embargo, no siempre se realiza de la manera más rigurosa, por lo que también puede suceder por chispazos de emociones que se abren camino justo en el momento y el lugar correctos. Ojo en la Ciudadela, es un intento de seguir practicando este particular estilo, a por la caza del valor.
À propos: Los duros peligros del dinero débil
Finalmente, la justificación por la implicación de bitcoin en este proyecto viene de dos maneras.
En primer lugar: el dinero, como con las bicicletas y las cámaras, también se percibe y se pone en juego. En el momento en que este proyecto comenzó a ejecutarse, bitcoin ya se había abierto camino a través de la psique y la soma de buena parte de la población, en particular, por aquellos que sienten la urgencia de acomodarse, o decir, ajustarse a la forma cotidiana de la percepción y el pasar de la realidad.
Para muchos, la realización de bitcoin llega como una especie de momento “eureka”. Para cada persona, bitcoin puede ser percibido a su manera particular. Sin embargo, esta percepción puede abrirse camino hacia lo colectivo: en la formación de comunidades, grupos, o bandas de bromistas. Para la conformación de ciudadelas, el intento no es muy diferente.
En segundo lugar: si el proyecto tiene que tener una hipótesis, sería la siguiente: bitcoin estimula la percepción, de modo tal, que comunica efectivamente una imaginación de desarrollo, basada en la certeza y la robustez, hacia su realización formal a través de sus propios medios de medición de trabajo y energía. Dicho de otro modo: los problemas de incertidumbre, corrupción y conflicto del dinero fiduciario, ahora tienen que ser puestos en pruebas paliativas, como un intento de ajustar la realidad, hacia una dictada por la ética y alcances de bitcoin.
Es el deseo del autor intentar y estar dibujando con luz, tantos momentos de su propia vida, como le sea posible prestar atención a todo este tipo de descripciones de las ciudadelas.
Atentamente, Moizen
2023, Junio
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